Para entender un poco el auge de los pagarés bancarios entre los particulares, es conveniente explicar que en un principio, este tipo de productos iba dirigido a las empresas, pero cuando el Banco de España comenzó a penalizar los altos interés ofrecidos por las entidades bancarias en los depósitos, estableciendo límites máximos en la rentabilidad, éstas decidieron ofrecer los pagarés como una alternativa para que los clientes obtuvieran unos mayores intereses a corto plazo (hasta el 4,5%).
Un pagaré bancario consiste básicamente en un contrato firmado entre una persona o una empresa y una entidad bancaria, en el cual, esta última se compromete a abonar la cantidad estipulada y los interés pactados en una fecha previamente acordada.
De este modo y a simple vista, puede parecer que estemos hablando de lo mismo cuando intentamos explicar qué es un depósito bancario y un pagaré bancario, sin embargo, existen algunos pequeños matices que pueden hacer cambiar totalmente su perspectiva, haciendo que un cliente se decante por uno o por otro.
Como por ejemplo y a diferencia de los depósitos, los pagarés bancarios no están avalados por el Fondo de Garantía de Depósitos, sino por la propia solvencia de la entidad financiera en cuestión, es decir, que en caso de que ésta pudiera declarar suspensión de pagos o entrar en concurso de acreedores, el pagaré podría no valer nada, y por lo tanto, los fondos invertidos se desvanecerían.
También es importante mencionar la diferencia de liquidez que proporciona un pagaré en relación a un depósito, ya que si se decide cancelar anticipadamente un pagaré bancario, el dinero invertido no podrá recuperarse de forma inmediata, ya que habrá que esperar un determinado tiempo a que pueda venderse en el mercado secundario, por lo tanto y al igual que la bolsa, el valor final de éste podría ser diferente del inicial, por lo que la recuperación del capital total invertido no estaría tampoco garantizada, al contrario que los depósitos, cuya cancelación es casi automática y donde sólo habría que abonar una pequeña penalización sobre el interés establecido y nunca sobre el capital invertido.
Así pues, podemos afirmar que el pagaré bancario es más rentable, pero el depósito más seguro. Ahora y como siempre, la cuestión radica en informarse bien antes de tomar cualquier decisión.