El Secado de Flores es una técnica que nos permite disfrutar del encanto de sus colores en cualquier época del año, pudiendo utilizarlas como ornamento decorativo dando rienda suelta a nuestra creatividad.
Sin embargo, para que dicha técnica tenga éxito, debemos conocer todos los secretos que encierra el Secado de Flores, concretamente, los diferentes métodos de secado existentes, que nos proporcionarán distintas formas, tonalidades, colores y texturas.
Método de secado “Al Aire”
Es el método más sencillo y habitual. Consiste en colgar las flores, asegurándonos de que las cabezas no se toquen, en ramilletes poco atados y colocarlos en una habitación que sea seca, que esté suficientemente ventilada y donde las flores estén alejadas del impacto directo de la luz solar.
Las flores más indicadas para este método son las Aquileas, los Claveles, los Amarantos, las Nigellas, las Orquídeas, las Espigas de Trigo, la Cebada, y por supuesto, las Rosas.
Método de secado “Al Agua”
Hay que verter unos 5 cm de agua en un recipiente de cuello ancho (como un jarrón) y depositar los tallos de las flores, de modo que a medida que se vaya evaporando el agua, las flores se irán secando. Una vez estén secas las flores, habrá que ir retirándolas del recipiente, ya que de lo contrario se pudrirán.
Las flores más indicadas para este método son las Espigas de Trigo, las Mimosas, las Hortensias, y como no, las Rosas.
Método de secado “En Glicerina”
Hay que retirar las hojas interiores de los tallos, descartando aquellas que estén partidas o descoloridas, posteriormente, habrá que raspar la corteza a unos 5 cm de la base e introducir las flores en una solución con una parte de glicerina y dos de agua caliente, asegurándonos de que quedan sumergidas por completo.
Las flores más indicadas para este método son las Mimosas, el Laurel, el Eucalipto, las Mahonias, el Viburno, el Tejo, los Acebos, los Escaramujos o las Moras.