El Jengibre (Zingiber Officinale) es una planta herbácea perenne cuyos rizomas han sido tradicionalmente muy valorados en oriente, debido a sus múltiples propiedades medicinales y alimentarias.
El Jengibre se utiliza principalmente para tratar las afecciones del aparato digestivo, siendo un estupendo remedio para combatir las náuseas y los vómitos, los gases y los mareos, así como un gran protector para el estómago previniendo la aparición de úlceras provocadas por algunos fármacos o el alcohol.
También, el Jengibre es utilizado en tratamientos de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide, o en afecciones cardiovasculares y respiratorias, además de como laxante.
El método más eficaz para combatir todos estos problemas es mediante la ingesta de una infusión de Jengibre, la cual, resulta muy sencilla de preparar.
Para elaborarla, sólo hay que añadir una cucharada del rizoma pulverizado por cada taza de agua que se vaya a tomar, dejando hervir la disolución unos 5 minutos, tapándola posteriormente para dejarla reposar. Si hiciera falta, optaríamos por colar el preparado.
Otro de los múltiples usos del Jengibre consiste en que su jugo fresco, puede ser utilizado como calmante frente a las quemaduras, gracias a que sus componentes presentan propiedades analgésicas.
El Jengibre, además de los usos terapéuticos mencionados, también se utiliza como condimento alimentario en muchas recetas culinarias, dando sabor y aroma a salsas, sopas, carnes, pescados e incluso a postres, aunque para su correcta utilización, es preciso emplear la cantidad adecuada, ya que tiene un sabor y un aroma muy fuertes que pueden hacer que tu mejor plato se arruine en segundos.
Aunque el Jengibre resulte muy beneficioso en muchos aspectos, al igual que pasa con otras plantas medicinales, es importante consultar al médico antes de su consumo, sobretodo en embarazadas, ya que una toma excesiva de este producto puede provocar malformaciones en el feto, complicaciones varias, e incluso, el aborto.