La Judía Verde (Phaseolus Vulgaris) es una leguminosa cuyo cultivo no resulta excesivamente complicado si le dedicamos un poco de tiempo y atención. Hay que tener en cuenta, que es poco resistente, y por lo tanto, debemos protegerla de las temperaturas extremas y de los vientos fuertes.
Antes de comenzar a cultivar la Judía Verde, debemos saber que existen dos tipos:
– Judías Verdes de mata baja, con tallos firmes que no necesitan de tutorado.
– Judías Verdes de mata alta o enrame, que requieren de tutorado.
Para que la Judía Verde crezca y germine de una manera adecuada, la sembraremos a principios de la primavera, aprovechando las condiciones del clima cálido y templado, ya que si las temperaturas son bajas o muy altas, ésta no crecerá.
El lugar donde la ubiquemos, ha de ser un sitio soleado, ya que al igual que el resto de leguminosas, requiere de mucha luz natural, además de estar protegido de los vientos fuertes, ya que las Judías Verdes son plantas muy frágiles que no soportan dichas inclemencias.
El suelo donde vayamos a plantar nuestras Judías Verdes debe haber sido bien cavado previamente, consiguiendo un suelo suelto y acolchado que favorecerá el crecimiento de nuestras legumbres. Debemos cuidar de que no sea un suelo ni demasiado húmedo ni excesivamente seco, pero sí ha de tener un buen drenaje y ser rico en nutrientes.
Las Judías Verdes no necesitan ser abonadas, ya que al igual que todas las leguminosas, son capaces de fijar el nitrógeno presente en el aire, pero si el suelo es muy pobre en nutrientes y las Judías Verdes presentan un crecimiento muy lento, es aconsejable esparcir alrededor de la planta una pequeña cantidad de mantillo (abono orgánico muy descompuesto) u hojas secas que mantengan el calor y la humedad, estimulando sus raíces durante la fase de crecimiento.
El riego también ha de ser frecuente, procurando que nunca haya carencia de humedad, pero tampoco que resulte excesivo, sobretodo en la etapa de floración, ya que podría provocar la caída de las flores a causa del pudrimiento.