El Comino (Cuminum cyminum) es una planta culinaria muy apreciada, cuyas flores de color blanco o rosado, se suelen disponer en forma de paraguas invertido.
Su cultivo es realmente sencillo, y por esta razón, en el siguiente artículo os vamos a enseñar a cultivarlo en vuestro propio hogar.
Siembra del Comino
Las semillas del Comino se siembran directamente en la tierra, ya sea en forma de surco o aleatoria, a una profundidad de entre 1 y 2,5 cm, y dejando una separación de aproximadamente 25 cm entre planta y planta. Se recomienda sembrarlo a finales de invierno o comienzos de la primavera, protegiendo la germinación de la planta de las posibles heladas.
Su proceso de germinación durará entre 20 y 30 días a una temperatura ambiente y constante de entre 20 y 25oC.
Suelo del Comino
Respecto al terreno, el Comino requiere de un suelo fértil, arenoso, bien drenado, con un pH neutro, y en especial, no debe contener exceso de nitrógeno, ni tampoco haber sido abonado justo antes de la siembra.
Riego del Comino
El primer riego deberá realizarse 2 meses después de la plantación, cuando la planta de Comino haya alcanzado unos 5 cm de altura.
En el caso de que se plante en una zona con un clima cálido y seco, el volumen de riego se realizará de forma constante cada 30 días, pero siempre empleando un sistema de riego por goteo, para no humedecer en exceso la superficie.
Cosecha del Comino
El Comino es una planta de desarrollo acelerado, por lo tanto, la recogida de sus frutos se producirá alrededor de 4 ó 5 meses después de haber realizado la siembra, es decir, a finales del verano.
Por último, resulta importante mencionar que el Comino agota en exceso los nutrientes del suelo, por lo tanto, se recomienda abonar de forma periódica el terreno, o bien, aplicar la rotación de cultivos.