La displasia de cadera en perros es una de las enfermedades óseas más comunes que pueden presentar las diferentes razas de perros. Se trata de una enfermedad hereditaria de origen congénito que no se manifiesta en el momento del nacimiento del cachorro, sino que aparece y se va desarrollando durante el crecimiento del perro.
Como su nombre indica, afecta a la cadera de los perros que la padecen, en este caso, los huesos implicados en esta enfermedad son, el hueso de la pelvis y la cabeza del fémur.
En una cadera normal, los huesos citados encajan a la perfección, originando movimientos fluidos y sin dolor; sin embargo, en una cadera que presenta displasia, la cabeza femoral no encaja bien en la cavidad cóncava presente en el hueso de la pelvis, provocando dolor, dificultad de movimientos y desgaste tanto muscular como en el cartílago articular, llegando a producir degeneración severa en la articulación.
Las causas que provocan la displasia de cadera en los perros vienen determinadas por factores tanto genéticos como ambientales.
Los factores ambientales que la provocan son, entre otros, una mala y excesiva alimentación y un ejercicio intensivo y no apropiado en la etapa de crecimiento. Es por esta razón, que nosotros jugamos un papel importante, ya que podemos hacer que nuestro perro no sufra tanto si le ofrecemos una vida equilibrada.
Los síntomas de la displasia se presentan en menor medida cuando ésta empieza a desarrollarse, siendo más visibles con el paso de los años, cuando el perro envejece y su cadera se deteriora.
En cuanto a su tratamiento, hay que decir que la displasia no tiene cura, pero podemos paliarla de dos maneras distintas: mediante medicamentos, si la enfermedad se presenta de forma leve, o de forma quirúrgica, cuando es muy severa.
Uno de los medicamentos más comunes en el tratamiento, a parte de los analgésicos, es la condroitina, la cual, evita sensiblemente el desgaste del cartílago articular, retardando así la degeneración en la cadera.