Han cambiado la túnica por el traje y la corbata, han modernizado su mensaje y han suprimido los viejos tópicos, pero su objetivo sigue siendo el mismo, controlar al individuo y apropiarse de su dinero y poder.
Según Miguel Perlado, especialista y miembro de la Asociación Internacional de Estudios Sectarios (ICSA), actualmente en España operan unos 100 grupos sectarios diferentes, a los que se podría sumar otros 40 más, cuya identificación como secta no está totalmente clara y ya que no cumplen una serie de requisitos específicos.
Las personas sometidas a estas organizaciones se estiman en una cifra próxima a las 375.000 personas (el 0,8% de la población total). Su influencia es muy sutil, trabajan mediante una estructura de jerarquización ramificada y al parecer, ya no captan nuevos miembros en la calle, sino mediante el “boca o boca” de un amigo o con el reclamo de un cebo atractivo como un trabajo o un tratamiento de salud milagroso.
Eso sí, todas las organizaciones comparten un mismo principio: “La falta de libertad del individuo”, una vez se incorpora a la secta y se le consigue apartar de su entorno. “Rompen por completo con su vida anterior y sin ser conscientes de que están siendo manipulados llegan a creer que están viviendo la vida que ellos desean”, comenta Carlos Villagrasa, abogado especializado en sectas.
Pese a que no existen registros públicos de sectas, fuentes policiales consultadas afirman que organizaciones como la Iglesia de la Cienciología (condenada por estafa en Francia y acusada en Bélgica), los Testigos de Jehová, el Movimiento Gnóstico, la Nueva Acrópolis e incluso el Opus Dei, son consideradas como “sectas VIP”, debido al alto poder adquisitivo de sus miembros.
Villagrasa añade que el principal problema que se encuentran las autoridades frente a las sectas es que “ante la duda, prevalece la libertad religiosa, además de no existir protocolos capaces de evaluar el nivel de incapacidad mental de una persona, respecto a estos asuntos”. “Las víctimas declaran ante el juez que están voluntariamente allí, y contra eso, no se puede hacer nada”.