El virus de la rabia ha suscitado una de las peores crisis nacionales en Bari (Indonesia), donde cientos de miles de perros vagabundos han contraído la enfermedad y donde 132 personas han fallecido ya, desde que se detectó la epidemia en 2008.
En los últimos tres años, millones de turistas y visitantes extranjeros han tenido que interrumpir súbitamente sus vacaciones para regresar a sus respectivos países y seguir allí el estricto protocolo de inyecciones que impide contraer y desarrollar la enfermedad.
El virus de la rabia se transmite mediante el mordisco de un animal portador, normalmente perros, murciélagos o monos, siendo mortal si no se recibe atención médica, de forma inmediata.
No se conoce ni el momento exacto ni cómo llegó la rabia a Bali, aunque los expertos conjeturan con la posibilidad de que “algún perro infectado desembarcara en la isla y propagara la enfermedad a otros animales o personas”.
Lo que comenzó con unos casos aislados sin mayor importancia, ha terminado por convertir a Bali en una zona endémica de rabia, declarada por la Organización Mundial de la Salud.
La directora del Centro para el Control de Enfermedades Animales de Indonesia, Rita Kusriastuti, ha admitido el aumento de la incidencia de esta enfermedad en la zona, señalando que “el peor dato se registró en 2010, cuando se documentaron 78.250 casos de mordeduras en Indonesia, teniendo lugar el 70% de ellas, en la isla de Bali”.
Veamos ahora como el Gobierno de la isla, ha reaccionado para frenar dicha epidemia y el impacto sobre la población canina que ha tenido dicha reacción.
El Gobierno regional de Bali, consciente del riesgo y el impacto sanitario y económico de esta epidemia, se ha marcado como objetivo terminar con los contagios humanos a partir de finales de 2012 y convertir a Bali en un área libre de rabia, para el año 2015.
Los nativos explican que “el mal se ha adueñado del mejor amigo del hombre, convirtiéndolo en su peor pesadilla”.
Y es que casi todos los días, “llegan a los centros médicos de Bali unas 150 personas que han sufrido el ataque de un perro rabioso”, según datos ofrecidos por las autoridades sanitarias.
La población canina de Bali es enormemente elevada, hecho que se hace mucho más palpable durante la noche, cuando en calles poco transitadas, sólo habitan perros.
La fama demoníaca de estos canes ha alcanzado tal dimensión, que se han convertido en protagonistas del recientemente estrenado documental “Bali. La isla de los perros”, una obra en la que los cineastas Lawrence Blair y Dean Allan Tolhurst se adentran en la perspectiva más cruel y salvaje de esta invasión canina.
Las autoridades sanitarias se plantearon, en un principio, sacrificar a miles y miles de canes para así poder contener el brote, ya que carecían de un presupuesto que les permitiera realizar una vacunación masiva.
Posteriormente y gracias a las donaciones de organizaciones para la defensa del trato hacia los animales, los responsables sanitarios pudieron diseñar un ambicioso plan de vacunas para 400.000 perros, y que actualmente, se han podido vacunar a casi la mitad de los sujetos.
La segunda campaña de vacunación finalizará a finales de octubre y se prevé la inoculación del 70% de la población canina. Así pues, se trata de ganar la batalla a una enfermedad que mata cada año, a cerca de 55.000 personas en todo el planeta.