El diario derechista La Razón ordenó la investigación de la supuesta veracidad de la imagen de una manifestante con la cara ensangrentada que apareció publicada durante las protestas mineras, ya que sospechaba que podría tratarse de salsa de tomate.
Para comprender la surrealista situación resulta necesario contextualizarla. Durante los primeros días de Julio, las protestas de los mineros, tras los recortes aprobados en el sector por el Gobierno, deciden viajar a Madrid, en el Paseo de la Castellana se producen enfrentamientos e incidentes entre los manifestantes mineros y la Policía Nacional.
Al día siguiente, aparece una instantánea que revolucionará la opinión pública en las redes sociales, una mujer aparece con el rostro ensangrentado, en lo que parece el resultado de una agresión desproporcionada por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Sin embargo, en la sede del periódico La Razón no acababan de convencerse de que los agentes anti-disturbios allí congregados fueran capaces de realizar tal acto, y que en realidad se trataba todo de una conspiración entre los grupos izquierdistas y los manifestantes mineros, que en su intento de desprestigiar la acción policial se habría embadurnado la cara con salsa de tomate, con el objetivo de simular una agresión desproporcionada.
Según me cuenta mi enano infiltrado, uno de los máximos responsables del periódico le hicieron la siguiente pregunta a un redactor: “¿Puedes demostrarme que lo que baja por la cara de esa chica no es sangre, sino salsa de tomate?“.
Algún directivo, incluso, insistió “durante toda la tarde”, para que los profesionales de la redacción pudieran corroborar con expertos forenses que aquello se trataba de salsa de tomate derramada a propósito por la propia manifestante para simular una agresión.
La investigación se pudo cerrar ese mismo día, concluyendo la “inexistencia de fraude” y que lo “que parecía ketchup, en realidad era sangre“.