La crisis financiera mundial ha modificado la estrategia de acción del terrorismo yihadista. Donde ahora, el objetivo principal radica en impulsar el hundimiento de las economías estadounidenses y europeas mediante pequeños ataques que favorezcan la caída de los mercados financieros.
Un estudio publicado por Manuel R. Torres Soriano, experto universitario en yihadismo, afirma que la propaganda yihadista ha asumido como éxito suyo, la recesión mundial, motivada por los atentados del 11-S y otros de relevancia similar en Europa, como el 11-M.
De este modo, la crisis no sólo ha supuesto un beneficio propagandístico para Al Qaeda, sino que también, muchas de sus células satélite han visto cómo ha descendido su operatividad y radio de acción, debido en gran parte, a las dificultades económicas que padecen sus miembros.
Para Al Qaeda, cualquier objetivo (por insignificante que parezca), pero cuyo ataque suponga un duro revés a la economía occidental, se ha convertido en objetivo principal.
Además, la crisis económica que padece Occidente, anima a sus ciudadanos a exigir a sus gobiernos una política exterior “menos agresiva”, lo que supone un descenso de la participación activa de Europa y Estados Unidos en Oriente Medio.
Por ello, la organización ha comunicado a sus miembros una serie de instrucciones precisas sobre su “nueva política de acción”:
Impulsar el boicot en lo referente al consumo de productos estadounidenses y de otros países que participen en la “guerra contra el islam”.
Marginar el dólar como moneda en las transacciones comerciales y apostar por el oro como “recurso-refugio”.
Priorizar los ataques terroristas que afecten a la estabilidad de los mercados
Recurrir a la delincuencia común como herramienta de financiación y de propagación del miedo entre la población enemiga.