Alfredo Pérez Rubalcaba ha confesado a su círculo más íntimo, que “se siente muy decepcionado” tanto con el Grupo Prisa, histórico aliado, como con su consejero delegado, Juan Luis Cebrián, debido al acercamiento de este grupo con numerosos dirigentes del PP y con el propio Rajoy.
El enfado ha sido personificado sobre todo, en Juan Luis Cebrián, amigo íntimo y simpatizante del partido durante décadas, el cual, le habría prometido su apoyo incondicional durante el proceso electoral para las generales.
Según comenta Rubalcaba, “Cebrián se define ahora en privado, ante sus contactos del Partido Popular y de la derecha política, como democristiano”.
Ha llegado a sus oídos que, de hecho, algún alto dirigente del PP ha comunicado a algún destacado socialista que ante ellos, se presenta como “democristiano de toda la vida”.
Fuentes próximas a Rubalcaba insisten en que el candidato tenía la esperanza de que “el tándem Prisa-Cebrián, se posicionaría a su favor durante la campaña electoral”.
Pero ¿en qué se basó Rubalcaba para tener esta certeza? Conozcamos los motivos.
En primer lugar, esperaba dicho apoyo como pago por los muchos servicios prestados realizados por el PSOE en el pasado, y que supuso la consolidación de una alianza mantenida durante tantos años, por ambas partes.
En segundo lugar, porque Rubalcaba creía que, con dicho apoyo, quedaría evidenciada todavía más, la animadversión personal que Cebrián siente hacia el ex-presidente Zapatero.
Rubalcaba piensa que Cebrián está tan convencido de la victoria de Mariano Rajoy en las elecciones del 20 de noviembre, a lo que se suma también, la situación financiera tan agónica de Prisa, ha decidido mejorar sus relaciones con el líder del PP, con visos a un posible rescate público del operador.