Una vez más, el Comité de Competición deportiva ha demostrado su total ineficacia para administrar justicia. Dos partidos de sanción por una agresión flagrante y radiografiada en vídeo, y un partido de sanción a Vilanova por repeler tal agresión.
Hay muchos modos de impartir justicia: muy bien, bien, regular, mal o como en España, donde comienza el coto del Comité de competición.
Siempre bajo el influjo del 13 Rue del Percebe, la Federación (con su delirante y sempiterno residente, Ángel María Villar, a la cabeza), Competición ha zanjado el tema del “dedo en el ojo”, con dos partidos de sanción para Mourinho y uno para Vilanova, amén de una multa económica de 600 euros para cada uno.
A bote pronto, se me ocurren tres reflexiones: Primera, aquellos técnicos que sientan la imperiosa necesidad de atacar el órgano visual del contrario, ya saben cuándo puede hacerlo, durante la Supercopa de España, porque el reglamento (al que tan férreamente se agarra el Comité de Competición), no penaliza en la Liga o la Copa del Rey.
Segunda reflexión, a bote pronto, la severidad de la multa, nos invita a afirmar que “Spain sigue siendo different”. La UEFA, en ocasiones, suele aplicar una injusticia bastante justa.
Se comenta, se twittea, se rumorea, que Mou y Tito, Tito y Mou, estarían consultando con sus abogados si declararse insolventes después de tamaña agresión a su bolsillo. A saber: el primero ingresa 11 millones de euros al año y el segundo, según fuentes consultadas, percibe casi 3.
Y tercera: al parecer, Vilanova provoca previamente al banquillo del Real Madrid, pero al no haber imágenes de dicha acción, Competición no ha podido especificar la naturaleza de esa acción.
Cuanto menos resulta curioso asumir algo como verdad simplemente basándose en la “credibilidad” de determinados sectores de la prensa “caverno-merengue-mediática” (ojo, que no es en absoluto toda la prensa de Madrid), donde dichas provocaciones, debieron mencionar a la famosa abuela de Mourinho, aquella que le enseñó a que “todo el mundo le envidiaba”.
No puedo por más que parafrasear a Mourinho y preguntarme: ¿Por qué?