El Gilifato, dícese del gobierno establecido en el Atlético de Madrid desde hace más de 25 años por la familia Gil y Enrique Cerezo, los cuáles, llegaron a hacerse con el control del club sin poner un solo euro (el término técnico es apropiación indebida, según una sentencia del Tribunal Supremo) y que año tras año, realiza las operaciones más sorprendentes del fútbol nacional.
Con el consentimiento de la prensa afín (prensa mamatoria atlética) tergiversa la realidad y se perpetua en el poder, tras gestionar horriblemente mal un club, que hace 20 años era un grande de España pero que actualmente y pese a lo que digan sus seguidores, ha pasado a tener estatus de equipo de media tabla.
La última operación extraña ha sido la del futbolista Raúl García, futbolista fichado en 2007 procedente de Osasuna y por el que el club colchonero desembolsó la nada despreciable cifra de 15 millones de euros.
Según se ha vendido desde las instancias del club, el jugador jugaría cedido su último año de contrato en el Osasuna de Pamplona, sin embargo, la realidad es que el futbolista ha sido renovado por 3 años más, jugando este próximo año en el club navarro asumiendo sólo la mitad de la alta ficha del jugador, en un último intento de que el jugador se revalorice y puedan traspasarlo la próxima temporada.
Sin embargo, todo parece indicar que dicho traspaso difícilmente se llevará a cabo, ya que el futbolista a demostrado a lo largo de estos cuatros años que no tiene nivel, incluso, para jugar en el séptimo de la Liga BBVA por lo que resulta casi imposible que en clubs de nivel inferior puedan ofrecer una cantidad aceptable por sus servicios.