Desde que Sergio Ramos y Xabi Alonso inician y gestionan la salida del balón, el Real Madrid registra no sólo una gestión más eficaz de las transiciones tras recuperación (contraataque) sino que el equipo ha conseguido percutir defensas estáticas. ¿La clave de este nuevo proceso?, veámosla.
La transformación está resultando tan profunda que va camino de modificar incluso el patrón futbolístico del equipo.
El encuentro contra el Málaga (0-4) fue la más clara demostración de lo que es capaz de realizar este Madrid, si prosigue en su objetivo de limpiar la salida del balón.
La crisis de El Sardinero, con el consiguiente acercamiento entre Mourinho y el sector más “independiente” de la plantilla (jugadores nacionales), generó un clima de diálogo que ayudó al técnico a incorporar y mejorar determinados mecanismos.
Y es que tras la lesión de Carvalho, Pepe pasó a convertirse en el “subalterno” de Ramos, y Ramos, en el “boss” en el primer socio de Alonso a la hora de gestionar el inicio del juego del Real.
Su vocación de pasador y no de “centrador” ha propiciado que, con él en el eje defensivo, el Madrid obtenga una salida desde el carril central, sirviendo como alternativa y desahogo para cuando la presión ejercida sobre Alonso, bloquee su giro hacia portería y pierda visibilidad de la situación en el campo.
La pareja Ramos-Pepe, además, reúne a dos velocistas y dos virtuosos en el corte. Este hecho, permite avanzar más metros en el achique de terreno, lograr posesiones más continuadas y organizarse de manera más eficiente ante posibles pérdidas (Sistema defensivo Barça).
Esta nueva idea, se contrapone con el discurso que tan férreamente defendió Mourinho la temporada pasada, respecto a las ventajas de “no mantener la pelota y basar el juego en el contragolpe”.
Mourinho admitió el pasado viernes, que “su equipo necesitaba concentrarse y mejorar en el ataque estático”.
En el campo del Levante y el Santander las cosas no salieron bien. No obstante, la nueva confección defensiva originada en la posición de Sergio Ramos, ha permitido a Mourinho rentabilizar mejor el desgaste y los movimientos de sus atacantes.