Prácticas como el centrifugado de sangre o las inyecciones de plasma enriquecido, tan utilizadas hoy en día, para tratamientos de lesiones musculares en deportistas de élite, estuvieron bajo sospecha durante mucho tiempo. Veamos como Mourinho y el Dr. Bryan English, fueron pioneros en este campo.
Cuando José Mourinho aterrizó en Londres para dirigir el nuevo Chelsea del magnate energético Roman Abramovich, el técnico portugués exigió plenos poderes (al igual que en Porto, Inter y ahora Real Madrid) para diseñar, profesionalizar y supervisar la estructura de club del Chelsea.
Con plenos poderes para hacer y deshacer a su antojo, y tras los alardes de chequera de su patrón, Mourinho confeccionó un concienzudo plan de trabajo para que el “Chelski” se codeara en la élite europea.
Estableció su nuevo orden, supervisando hasta el detalle más absurdo del club y exigiendo que todos los empleados informaran única y exclusivamente ante él.
Mourinho exigía implicación absoluta, sometiendo a sus subordinados a un principio de autoridad muy simple: el club debía seguir, inexorablemente, la estela impuesta por él, y no al revés.
Algunos de dichos empleados del club no tuvieron el visto bueno del nuevo técnico, otros decidieron plegarse a las exigencias de su nuevo “boss” y otros, como los servicios médicos, acabaron confrontándose con el portugués.
En aquel momento, Arjen Robben, fundamental para el sistema del portugués, se lesionó gravemente, así que el de Setúbal decidió acudir a los servicios médicos, encontrándose con un diagnóstico desagradable para sus deseos, Robben sufría una fractura en el pie izquierdo.
El jefe de los servicios médicos, Neil Frazer, explicó que intentaría conseguir que Robben estuviera apto para los enfrentamientos ante el Barça en la Champions League (2004-2005) y la disputa de la final de la Carling Cup.
Sin embargo, la lesión de Robben no evolucionó favorablemente, y Frazer informó de que, “pese a los esfuerzos realizados, el jugador no estará en condiciones en el plazo inicialmente previsto“, a lo que Mourinho, con la enfermería a rebosar después de las lesiones de Drogba y Carvalho, montó en cólera contra Frazer.
Según la prensa inglesa, calificó de “inútil” al doctor y le aconsejó abandonar el club para no regresar jamás. Tan sólo 24 horas después de aquel pulso entre entrenador y médico, el club decidió emitir un simple comunicadoen el que anunciaba que “Frazer había decidido dimitir de su cargo, tras cuatro años de honorables servicios al Chelsea, por motivos de salud“.
Mourinho, enfurecido por no poder contar con la participación de Robben, exigió la contratación de un médico que “fuera capaz de recuperar a sus lesionados, rompiendo todos los plazos previstos“, y fue allí en ese preciso instante, cuando las vidas de José Mourinho y el Dr. Bryan English, cruzaron sus caminos.
2ª Parte del Especial
En la primera parte del especial, poníamos en antecedentes sobre cómo se produjo la llegada del Dr. Bryan English al Chelsea de José Mourinho, el cual, introduciría técnicas revolucionarias como la centrifugación de sangre y las inyecciones de plasma enriquecido.
El elegido tras la “dimisión forzada” de Frazer, fue Bryan English, un galeno con la reputación de gurú de la medicina deportiva y cuyas milagrosas técnicas, habían revolucionado el mundo del atletismo.
English, hasta ese momento, médico de la Federación Británica de Atletismo, llegó a Stanford Bridge en mitad de una tormenta, recibiendo instrucciones concretas de “satisfacer las exigencias de su entrenador“.
Mourinho estaba obsesionado con la recuperación de las lesiones musculares, trazando un objetivo claro: recuperar a los futbolistas en tiempo récord. English encajaba en dicho perfil.
Sus métodos, propios de un sanador mágico, habían quedado demostrados con la mediofondista Kelly Holmes (oro en 800 y 1.500 en los Juegos Olímpicos) y con la rusa Masterkova, también medallista y quien comentó en una ocasión: “Ya podía estar rota o agonizante, English siempre encontraba el modo de curarme“.
El nuevo doctor de los “blues” poseía una receta mágica: El “blood spinning“, un novedoso tratamiento, entonces todavía bajo estudio y análisis, consistente en el centrifugado de la sangre, que permitía acelerar el proceso de recuperación del deportista.
Los pasos a seguir eran sencillos: Se extraía la sangre del futbolista, para centrifugarla a posteriori, obteniendo un concentrado sanguíneo con una cantidad de plaquetas 5 veces superior a la normal.
Después, añadía calcio y enzimas de trombina a la muestra, lo que permitía que la mezcla se coagulase, formándose una especie de gel, el cual, era aplicado vía intravenosa sobre la zona lesionada del jugador.
Los resultados de dichos concentrados de plaquetas resultaban hasta 5 veces más potentes, consiguiendo acortar los plazos de recuperación del deportista, y mejorando el rendimiento de otras técnicas más rudimentarias, empleadas para tratar este tipo de lesiones.
Sim embargo, a pesar de los resultados demostrados por el tratamiento, el “Chelski” entró en una combulsión institucional en 2005, cuando los jugadores Robben y Huth, se negaron a someterse a dicho tratamiento, alegando que “podían incurrir en prácticas de dopaje“. El Chelsea de Mourinho, temido en Inglaterra y Europa, comenzaría a desmoronarse.
3ª Parte del Especial
En la segunda parte del reportaje, explicábamos las circunstancias en las que aterrizó el Dr. Bryan English en el Chelsea, por petición expresa de Mourinho. Sin embargo, jugadores como Robben o Huth se negaron a someterse a sus revolucionarios tratamientos. Veamos lo que sucedió.
En abril de 2005, estalló una bomba de relojería dentro del Chelsea, que tambaleó los cimientos del proyecto de Abramovich.
La imagen del club no era la mejor posible después de que la UEFA sancionara a Mourinho con “dos partidos más 13.000 euros de multa“, acusado de falso testimonio (llegó a decir que Rijkaard había hecho una vista al árbitro Anders Frisk, en el Camp Nou, durante la eliminatoria que enfrentó a ambos equipos, la temporada anterior).
No obstante y sólo unos días después, el Chelsea se convirtió en un auténtico polvorín a punto de estallar, dos de sus estrellas, Arjen Robben y Robert Huth, habían mostrado su negativa a someterse al centrifugado de sangre.
Mourinho insinuó que Robben estaba mostrando “una actitud desafíante“, al no querer someterse a la terapia del nuevo médico, sin embargo, ambos futbolistas mantuvieron su posición en contra del “blood-spinning“.
Aquella renuncia suscitó el debate sobre la legitimidad del método, situando en la diana a Robben y Huth que, temerosos de verse implicados en una sanción de dos años sin poder ejercer por incurrir en prácticas de dopaje, continuaron negándose al tratamiento.
Una vez que el caso de la centrifugadora de sangre estalló entre la opinión pública, la Agencia Mundial Antidopaje, AMA, decidió entrar de oficio para investigar el caso.
De entrada, recomendó a los jugadores que “se negaran a utilizar estas prácticas“, hasta que ellos, “estrevistaran al doctor English para comprobar en qué consistía dicha técnica” (en aquel momento desconocida y de la que nadie conocía su mecanismo).
Dick Pound, director de la AMA, sospechó que “podría tratarse de un tipo de manipulación sanguínea“, aunque decidió mantener una posición de prudencia y remitirse a las conclusiones de “varios expertos“, que determinarían “si se estaba incurriendo en prácticas de dopaje o no“.
Frederic Donze, portavoz autorizado de la AMA, no se cuestionaba el método en sí mismo, pero sí mostraba su preocupación por la posibilidad de “que a la muestra de sangre extraída se le puedan añadir factores de crecimiento. Los médicos deben demostrar que no manipulan la sangre, porque eso sí sería dopaje“.
La AMA temía que, en algún paso intermedio del centrifugado, pudieran añadirse elementos propios del doping, como hormonas de crecimiento y eritoproyetina (la famosa EPO).
Cabe recordar también, que la AMA ya había mostrado sus sospechas después de que, en octubre de 2004, Arsene Wenger, técnico del Arsenal y licenciado en medicina deportiva, denunciara que “el Arsenal había detectado que muchos de los fichajes realizados aquella temporada, presentaban un tipo de glóbulos rojos en la sangre anormalmente elevados“.
Para zanjar la polémica del uso del “blood spinning“, la AMA decidió consultar con varios científicos, elaborando un estudio coordinado con la Agencia Antidopaje Británica, para establecer definitivamente, “en qué consistía el proceso, cuáles eran sus fases y qué medidas de seguridad se habían aplicado, para asegurar la integridad de la sangre“.
Veamos como continuó la investigación de la AMA, respecto a este tipo de tratamientos de recuperación de lesiones deportivas, iniciadas por Bryan English.
4ª Parte del Especial
En la tercera parte del especial, habíamos narrado como la AMA había decidido investigar la centrifugación de sangre y las inyecciones de plasma enriquecido, que el Dr. Bryan English estaba empleando en el Chelsea, bajo la sospecha de que se trataran de prácticas de dopaje. Veamos como concluyó la investigación.
Desde 2005 a 2007, la AMA concebía como dopaje sanguíneo la “utilización de sangre antóloga, homóloga o heteróloga, o productos eritrocitarios procedentes de cualquier origen, para tratamientos médicos“.
No obstante, la técnica del “blood-spinning” y los concentrados de plaquetas no estaban incluidos en las listas de métodos prohibidos, por lo que ni el Chelsea ni el Dr. English fueron acusados de haber realizado doping, ya que este tipo de técnicas, habían sido escasamente estudiadas en profundidad por la propia AMA, la cual, presentaba un grave conflicto a la hora de discernir “qué estaba prohibido y qué no“.
En 2010, la AMA decidió prohibir el dopaje sanguíneo, impidiendo la administración de Plasma Rico en Plaquetas por vía intramuscular, aunque sí que permitió su administración por vía intra-articular y tendinosa, hecho para lo cual, era necesario solicitar una autorización especial, conocida como la “Exención de Uso Terapéutico (TUE)” (deportistas como Rafa Nadal o Xavi Hernández se vieron obligados a solicitar dicho permiso especial, para que se les administrase el tratamiento).
Desde el 1 de enero de 2011, ya no era necesaria solicitar esta exención para administrar factores de crecimiento derivados del Plasma Rico en Plaquetas, ya que se había aprobado su utilización, aunque no así el Factor de Crecimiento Derivado de las Plaquetas (PDGF), que seguía siendo una práctica prohibida y perseguida.
Y es que a pesar de que la AMA no penalizó el “blood-spinning” del Chelsea, otro episodio situaría al club de Londres en la sombra de la sospecha. La polémica volvió a reaparecer con el caso del rumano Mutu, quien dio positivo por consumo de cocaína y fue inmediátamente expulsado del club.
Tras serle comunicado su despido fulminante, Mutu comentó públicamente que, “durante su etapa en Stanford Bridge, todos los futbolistas de la primera plantilla se sometían, periódicamente, a rigurosos controles sanguíneos“.
Todo se volvió todavía más desagradable cuando Neil Frazer, el doctor que Mourinho recomendó despedir del club, confirmó las palabras de Mutu, corroborando que “el Chelsea realizaba estrictos análisis de sangre a sus futbolistas“.
Mourinho, enfurecido por la publicidad de un asunto que habría preferido conservar en el anonimato, exigió al club que apoyara, sin ninguna reserva, que “el equipo estaba totalmente limpio de cualquier tipo de sospecha“.
En aquel momento, el Chelsea decidió cerrar filas y por orden directa de su propietario, rechazó que “se estuvieran aplicando métodos ilegales y no probados, para acelerar los procesos de recuperación de sus futbolistas lesionados“.
Veamos ahora como continuaron los sucesivos episodios de sospecha de dopaje sobre el club de Abramovich, y cómo los cruces de acusaciones, sumado a la actitud cada vez más despótica del técnico portugués, desembocaron en la destitución del mismo.
5ª Parte del Especial
En la cuarta parte del especial, exponíamos como la sospecha había estado presente durante todo el mandato de Mourinho en el Chelsea, y más, a raíz del positivo por cocaína del jugador rumano Mutu. Veamos el desenlace de esta historia de desencuentros, acusaciones y mentiras, en el que podía haberse convertido en el club más poderoso de Europa.
Con el Chelsea bajo sospecha tras el escándalo del “blood-spinning” y la confesión de Mutu, la confianza de Mourinho sobre los servicios médicos del Chelsea desapareció totalmente.
Después de dos errores puntuales cometidos en las lesiones de John Terry y Michael Ballack, Mourinho culpó directamente al jefe se los servicios médicos, Bryan English.
Como ya sucediera con Frazer, English tuvo que sufrir las iras del portugués, al que exigió que elaborara una disculpa pública a través de la web del Chelsea.
Bryan English, que se había ganado los favores del técnico tras recuperar milagrosamente a Ashley Cole y Wayne Bridge, en el pasado, se convirtió en el nuevo chivo expiatorio del técnico.
Bajo la amenaza de terminar como su predecesor en el cargo, English optó por retractarse, conservando de ese modo su puesto de trabajo en el club (en la actualidad, el jefe de los servicios médicos es el español Paco Biosca).
Sin embargo, el que no mantuvo su trabajo en Londres fue Mourinho. Roman Abramovich se hartó de sus estravagancias y le despidió. Con un finiquito de oro bajo el brazo, el técnico abandonó Stanford Bridge, para hacer historia en Milán.
En marzo de 2010, como entrenador del Inter, Mourinho regresó a Stanford Bridge, para enfrentarse a su ex equipo, en los octavos de final de la Champions League.
En la rueda de prensa previa al encuentro, un periodista cuestionó al de Setúbal sobre “si Peter Cech, lesionado oficialmente, podría ser titular para recibir al Inter“, Mourinho, para sorpresa de la prensa inglesa, espetó: “¿Si Cech podrá jugar ante nosotros? desde luego que sí, estoy seguro de que jugará. El Doctor Agujas conseguirá que Cech esté apto para el partido“.
José Mourinho, que domina cinco idiomas y conoce perfectamente las connotaciones negativas de la palabra “agujas” en el mundo del deporte, calificó de “Doctor Agujas” a Bryan English, el mismo médico que, años atrás, había seleccionado personalmente para su Chelsea.
A raíz de estas polémicas declaraciones, Martin Samuel, cronista del Daily Mail, firmó un artículo de opinión, tachando las palabras de Mourinho como “una táctica vergonzosa“.
Aquella noche, Cech no jugaría ni un solo minuto, el Inter de Milán pasaría de ronda y el portugués se proclamaría Campeón de Europa, ese mismo año, tras apear a su ex equipo, el “Chelsea del Doctor Agujas“.
Así se las gasta Mourinho y así hemos querido contároslo.