En muchas ocasiones, los padres se preocupan tanto de que sus hijos aprendan las diferentes asignaturas que se imparten en los centros educativos, que se olvidan de otros aprendizajes que pueden ser muy beneficiosos para el desarrollo del niño. En este caso, hablamos de aquellas que trabajan la educación emocional.
Antiguamente las emociones eran menospreciadas, ya que se creía que éstas no estaban involucradas a la hora de tomar decisiones importantes, sin embargo, según estudios recientes, se ha concluido que las emociones sí que interfieren en la razón, y que la razón puede modificar la emoción, es decir, son dos elementos vinculados que no pueden separarse, y por lo tanto, es importante que se trabajen de manera conjunta.
A pesar de estas afirmaciones, hoy en día, en los centros educativos existe una jerarquización obvia de las asignaturas, ubicando aquellas materias que evocan la creación y lo artístico en el rango más bajo. Este hecho es un completo error, ya que es necesario complementar las habilidades intelectuales con el aprendizaje emocional para conseguir un completo desarrollo del niño.
Beneficios de trabajar la educación emocional
Dado que según los expertos, los niños que han trabajado sus emociones son capaces de obtener mejores resultados académicos, sería interesante que, si éstas no se fomentan en clase, sean los padres los que se encarguen de ello.
A este respecto, además de que el niño puede obtener mejores resultados académicos, la educación emocional le proporcionará muchos más beneficios, ayudándole a:
Conocerse y quererse a sí mismo. Para conseguir una buena autoestima es importante que el niño se auto-acepte y se cree una imagen positiva de sí mismo.
Pensar en positivo. El hecho de poder generar emociones positivas le servirá al niño a mejorar su capacidad a la hora de dar respuestas reflexivas.
Sufrir menos. Una correcta educación emocional ayudará a prevenir en el niño pensamientos negativos que puedan hacerle sufrir, además, le hará más predispuesto a pedir ayuda cuando la necesite.
Enfrentarse eficazmente a los conflictos. Gracias a que el niño conoce y puede controlar todas sus emociones, le resultará más sencillo solucionar problemas sin que se sobrepase emocionalmente. Además, será capaz de distinguir entre aquellos que tengan solución o no.
Socializarse. El hecho de conocer sus propias emociones, le servirá para empatizar con las de los demás, mejorando así las relaciones con los que le rodean.